Yo también tengo alas de cisne.

Me las pongo los fines de semana, embarazado por el alcohol. Me tiro de jeta. Caigo, pero soy liviano y tengo alas de cisne, entonces doy vueltas, lentas, anárquicas, como cuando una hoja de papel se precipita desde una ventana alta, y llego al suelo ileso. Ojalá me vieras caer, aunque sea una vez.
Hoy pensaba, y me di cuenta que no se nada de vos. Que un día apareciste, con tus -aparentes- dieciocho demonios -que en realidad eran veintidós-, y tus ojos curtidos de acero, y soltaste un caballo de madera. Ahora tengo un millón de troyanos, atacando de distintos frentes, un alma hecha mierda, un cuerpo mutilado. Te juro que ni Dante, decendiendo hasta las más frías profundidades, ni Baudelaire, calcinándose en la indiferencia de la sociedad, ni Rimbaud, ni Verlaine, ni nadie me describe. Te juro que estas palabras son mis palabras, porque yo las robé, porque yo elegí a quién robárselas.
Solo se que actuás y sos vos. Que tu representación es fiel al personaje. Que tu cara, rota de arena, prende de alguna manera de lo tácito, y que todo el resto es nada. No sos una alquimisa, ni una quimera, ni una loba. Que pese a todo no sos un mito, sos tengible, sos carne, y huesos, y senos. Pero no importa.
También se que estoy a tu alcance, y que podés disparar, y yo voy a caer, y espero no levantarme. No porque esté aturdido, sino que me gusta estar caído. Me gusta morir los lunes, porque ya no tengo que hacer nada en la semana. Y en los fines de semana, me pongo las alas de cisne, y viajo, me tiro de jeta.
Escribo en oleadas anárquicas también. Las reglas anárquicas son las más estrictas. Por una vez en la vida, dejá de actuar y arremeté.

1 comentario:

Kashmir dijo...

Me encantó esto.

y esto me mató: "Ojalá me vieras caer, aunque sea una vez."