Actores secundarios.

Actores y actrices, a sus puestos. El Catering está servido. El fotómetro no fotometrea, la claqueta no claquetea, y el chegusán de milanesa triturado entre los dientes. Día duro, de fresneles y agua caliente, y termos explotando. Y yo en medio de todo, una vez más, mirándote, armoniosa melodía de sirena. Con otro pelo y otro color, pero no importa. Un par de años más jóven. Sos otra, no sos la misma. No importa. Dejame, que estoy mirando el plano, porque no soy protagonista, y lo que se me veló fue la paciencia. Pero no importa. Nada importa. Nada de nada. Me vas a re-enloquecer. En envoltorios no quiero pensar.
Y volví al colegio, vestido de alumno, jugando a la pelota, preguntándote por los apuntes, etcétera. Qué lindo no ser protagonistas. Por los personajes secundarios no pedimos caramelos billiken, ni jugo cepita. Los personajes secundarios fumamos apartados, lavamos los vasos, etc. Qué lindo ser un extra. Pero vos tenés más que un bolo, y yo te miro y vos me mirás y yo te miró, y vos corrés la mirada y disimulás. O no, o es mi imaginación, y la química del aire es solo polvo que voy a tener que barrer. O los átomos de paz están a punto de colisionar.
Qué bueno que no ganes. Yo tampoco gano nunca. Bah, a veces sí. Lo cierto es que siempre me divierto. Vos sonreís de cansancio. Yo sonrío de prepotencia. Vos sonreís esquiva. Yo sonrío esquivo. Me alejo, acercándome. Tan lejos. Tan lejos.

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