Durísimo

Cada tanto me acuerdo que tengo un blog dedicado para toda esa gente que no lee este blog. Entonces me deprimo y empiezo a buscar porno. Pero la porno me deprime más, y empiezo a beber. Sí, es verdad, beber tampoco te levanta el ánimo. Pero en medio de esa nube etílica de nostalgia y arrepentimiento, cuando logro superarlo, me logueo, y empiezo a martillar el teclado.
Pártamos de una máxima trillada: La vida es injusta. Eso me decía mi vieja cada vez que utilizaba la justicia como argumento para resolver problemas. La vida es injusta, la gente buena muere, y los malos viven hasta viejos. El cielo no existe, y el karma murió en los setenta. Así que me siento y dejo fluir mis malos pensamientos, mato gente, revivo a otros, etc. Pero eso es poco relevante. Aún tenemos la conciencia limpia.
¿Qué pasa cuando no nos queda ni la conciencia? Porque para mi conciencia, mi libertad termina donde empieza la del resto. O mejor dicho, para los que merecen ser libres. ¿Qué pasa cuando para obtener algo que yo quiero una persona tiene perder algo que ella quiere? Ahí no hay conciencia que alga. Nos arrojamos como malditos cerdos sobre eel trigo que queda, matamos al bueno. Yo, simplemente, no puedo. Soy indeciso para establecer límites. No puedo tomar lo que es mío si otra persona dice que es suyo. No puedo pelear, ni reclamar, ni nada. ¿Merecer? No se si yo realmente merezco lo que tengo, o lo que quiero. Supongo que es cuestión de suerte. Tampoco soy una persona afortunada. Pero cuando digo eso, pienso en chicos muriéndo de hambre, y yo acabo de comer pastel de papas, y peor aún planeo ahorrar dinero para irme a Europa. Entonces, suceden estas cosas, es jueves a la noche y me deprimo, y tengo un blog. Típico.
Y después de tantas idas y vueltas me quedo pensando en nimiedades. Por ejemplo, lo durísimo que es enamorarte de la novia de tu mejor amigo. Es como justificar a Caín por haber matado a Abel, el viejo cuento de la justicia moral y los cuerpos en el Gestemani.
No me malinterpreten. yo no soy Caín, yo soy Abel. Supongo que el mundo está dividido en esas dos clases de persoas: hijos de Caín e hijos de Abel. O no. Tanta referencia bíblica me sobrecalentó la cabeza.

Cambio y Fuera.

3 comentarios:

Federico Nicolás Dedionigi dijo...

Si la suerte seria suerte como se la suele entender... entonces están hablando de cosas míticas, cuando ellos mismos andan diciendo por todos lados que solo existe una única realidad REAL.
Solo es la consecuencia de una causa a la cual como no se la puede encontrar se la llama SUERTE.

Tuviste suerte hoy de que yo te escriba en el blog?
fue casualidad?
y si los limites solo están en las cabezas de las personas, muy subjetivos como muchas veces hablamos. Por que como dijiste una ves nada es objetivo.

Federico Nicolás Dedionigi dijo...

HAcia donde apunta ese infinito?

Donde No Estás dijo...

Claro, entonces, en un mundo subjetivo la conciencia no es cancerbero de libertad, con sus perros de tres cabezas. Lo único que esconde el tan platónico infito es una inabarcable e insensible sed de autodestrucción. Del polvo al polvo. Y que tu clítoris traduzca lo que quiera.